¿A quién
no le gustaría presentar como un profesional? Tener ese poder de hablar en
público, generar emociones, mover masas, o al menos, evitar esa impresión de
ponente que improvisa sin éxito, que aburre, que apenas consigue nada de lo que
pretende pese a las horas que dedica a preparar su presentación. Quieres ser
más rápido y eficaz cuando preparas tus presentaciones, sin tener esa sensación
de “¿por dónde empiezo” y la peor todavía “creo que me estoy dejando algo…”
En esta
guía quiero plasmar algunos de los consejos más valiosos que recolecté de tres
cursos con oradores diferentes, y con base en la guía de speakerslab, esto con
el fin de que nos sirva de orientación para ordenar, organizar y potenciar
nuestro trabajo expositivo.
Lo
primero es que acá no vamos a hablar de tiempos de realización o ejecución,
pues es un tema del que no podemos generalizar a la hora de temporizar, porque
creo que, si cada presentación es un mundo, la vida de cada ponente es un
universo.
Así que
dedica a la preparación el tiempo que tú quieras (¡o puedas!). Está guía te
ayudará a
que las
horas, días o semanas que inviertas sean lo más eficientes posible.
Además,
encontrarás un mapa de viaje y al final un check-list que puedes imprimir cada
vez que te encarguen una presentación. Úsalo como herramienta y verás cómo
facilita tu trabajo.
¡A prepararse!
Prepárate
para el éxito
“Las
improvisaciones son mejores cuando se las prepara.”
William
Shakespeare
La fase
más costosa en tiempo y esfuerzo, así como la habitualmente más olvidada, es la
de la planificación. Preparar una presentación adecuadamente es la mejor
herramienta para disminuir el miedo escénico y aumentar el éxito en la misma.
Los
imprevistos pueden suceder, y suceden. Sin embargo, está en nuestras manos
reducir
al
mínimo la probabilidad de que ocurran, con una buena planificación.
Ya
sabemos que, es imposible estipular un tiempo estándar. Pero sí podemos
asegurar que cuanta más prevención más oportunidades de éxito. Dependiendo de
tu nivel de exigencia, el tiempo destinado a la preparación nunca será suficiente
o, en el mejor de los casos, será suficiente cuando tengas la absoluta certeza de
que vas a arrasar.
Podemos distinguir tres fases en la
planificación, cada una consecuencia de la anterior:
La
primera tarea pasa por definir claramente el mensaje que ayudará a conseguir el
objetivo. Es importante que ese mensaje sea concreto, simple y adaptado al tipo
de audiencia en que queremos influir. Si usamos un lenguaje incomprensible para
ella, o condensa demasiado contenido en pocos minutos, es muy fácil que el
público desconecte.
¡Mantenlo simple!
Recuerda:
escuchar no es lo mismo que leer. Por eso es preciso redactar un mensaje para
ser
escuchado: directo y sencillo.
También
debes tener en cuenta cuánta información deseas transmitir. Generalmente,
una
presentación debería encerrar una idea principal y un par de secundarias que
apoyen
a la
principal. Todo debe girar en torno a esas ideas y recurrir a ellas continuamente
para
que, al terminar, esas ideas sean conclusiones resonando en la cabeza de
nuestros
oyentes.
Una vez,
tengas claro el eje central de tu idea te tocará escribir el argumento de tu
presentación.
Tras
elaborar el contenido de tu presentación, prepara los recursos que te ayudarán
a reforzar el mensaje para conseguir tu objetivo. Es vital que estos recursos
no sean llamativos o incoherentes, o distraerán y alejarán a la audiencia de tu
mensaje.
Son
muchos los recursos a tener en cuenta y que pueden, en multitud de ocasiones,
convertirse en claves del éxito o del fracaso de una idea por muy buena o mala
que ésta sea.
Los
recursos que un ponente puede y debe controlar a la hora de presentar empiezan
por él mismo: su voz, sus movimientos, su mirada son algunos de ellos. Aunque
otros elementos pueden mejorar considerablemente el impacto que la presentación
ejercerá sobre el público, como el espacio, el tiempo, los elementos
audiovisuales o la interacción con la gente.
Repasa todos
estos recursos, incluido el PowerPoint, que no es el centro de tu presentación,
sino un recurso más.
Finalmente,
es fundamental la autoevaluación constante (crear videos es una buena idea) y
además de eso, diseñar una herramienta que te permita evaluar la eficacia de la
presentación y saber si generaste el impacto o reacción deseada. Sin una
evaluación desaparece la posibilidad de medir la efectividad del proyecto, de
mejorarlo o de corregirlo. Necesitamos un sistema que mida el retorno. No
pierdas de vista esta parte de la presentación, porque hará que la siguiente
vez sea mejor.
Si no evalúas tus resultados, nunca
mejorarás en tus presentaciones.
Como los
buenos viajeros, aprende a disfrutar de la planificación tanto o más que del
propio viaje.
Sistematiza la acción
” Si
tuviera ocho horas para talar un árbol, dedicaría seis a afilar el hacha.”
Abraham
Lincoln
En el
siguiente cuadro se resumen las acciones involucradas en la preparación de una
presentación. Puede serte muy útil complementando la guía y como mapa de viaje.
A
continuación, veremos en mayor profundidad el método a seguir para crear
nuestras presentaciones. Éste es un orden, que resulta útil para no dejarnos
detalles cuando nos enfrentamos a una presentación.
Sin
embargo, cada uno es libre de adaptarlo a su manera de trabajar. Se trata de
estar cómodo y trabajar con ganas para conseguir un resultado satisfactorio.
Los 21
pasos
” Antes
que toda otra cosa la preparación es la clave del éxito.”
Alexander
Graham Bell
1. Marca tu objetivo
Delimita
claramente la finalidad del proyecto, qué esperas de tu audiencia, qué
emociones o reacciones deseas obtener de los oyentes.
El objetivo nunca es que el orador
quede bien, que el mensaje se entienda o que a la audiencia le guste tu
presentación.
La
presentación no es el fin en sí mismo, sino un instrumento de comunicación para
conseguir algo. Ese algo debe determinarse imperiosamente antes de empezar a
trabajar la charla.
El contenido, el formato, el tono, los medios
complementarios, las documentaciones y todos los demás elementos deben estar
alineados con el mismo objetivo con el fin de alcanzarlo.
¿Cómo
sé si he hecho una presentación eficaz?
Cuando planteamos una presentación eficaz, como en cualquier
otro proyecto, debemos establecer el objetivo de esa presentación.
Las finalidades que se persiguen con una exposición
en público pueden ser muy variadas: enseñar, advertir, motivar, asustar,
vender, convencer, divertir, hacer reflexionar… en cualquier caso es esencial
tener un objetivo bien determinado.
Puede pasar que la intención de una presentación
sea vender y nadie compre, que se pretenda enseñar y nadie aprenda o que se
busque incentivar la cohesión del equipo y en cambio acabe generando
competitividad entre los miembros. Puede pasar que sea aplaudido con
fervor, que el público esté entusiasmado y el ego del ponente por las
nubes. Pero en ningún caso consiguió su objetivo…
Por muy redonda que haya sido una presentación por
su forma y contenido, si no consigue lo que pretendía, no podremos considerar
que ha sido eficaz.
Nunca pierdas el objetivo de vista, ya que la
consecución de éste es la clave para evaluar su éxito. Y sólo esta es la manera
de aprender y mejorar.
2. Conoce tu audiencia
Ten en
cuenta que la presentación es para ellos y como tal debe ser elaborada, salte del “Yo”. Date cuenta quien está
en frente tuyo, piensa en que les gustaría a ellos, que emociones les generas,
y busca responder la pregunta que todos nos hacemos cuando nos disponemos a
escuchar a alguien ¿Qué gano yo con todo esto?
Recuerda,
mensaje no es lo que el emisor dice, mensaje es lo que el receptor percibe.
Cuanto
más los conozcas más fácil resultará ponerte en su piel para anticipar sus
reacciones y adaptar tu mensaje.
Por un
lado, averigua sus expectativas y motivos: por qué vienen, quién les convoca,
qué saben de antemano, qué relación tienen con la institución a la que
representas o en la que hospedas tu presentación.
También
te ayudará conocer datos sobre ellos: sus edades, por qué vienen, en qué
trabajan, cuáles son sus intereses, qué relaciones existen entre ellos, de
dónde proceden.
Tu labor
es tratar de obtener una radiografía lo más completa posible. Si alguien
organiza el evento y cuenta contigo, esa persona puede ayudarte.
Sobre
todo, recuerda que la mayor parte del pánico escénico reside en el miedo a lo desconocido,
así que cuanto más averigües sobre quienes vienen, menos desconocidos serán.
3. Haz tu lista de ideas
Es la
hora de recopilar información. Anota cuanto se cruce en tu cabeza que pudieras
incluir
en tu presentación.
Piensa
en aquello que puede serte útil: conceptos, vídeos, casos, anécdotas, ejemplos,
preguntas, noticias, soluciones, datos, gráficos, factoides (datos curiosos).
Por
ahora tu misión es acumular material —ya tendrás tiempo para filtrar más
adelante—,
porque
es difícil brillar cuando tu punto de partida son cuatro ideas dispersas que
apenas
se tocan entre sí.
La
genialidad surge mientras buceas entre un océano de ideas.
4. Agrúpalas en bloques
Probablemente
hayas decidido recopilar todo lo importante o interesante, pero no siempre es
lo necesario para conseguir tu objetivo. Lo primero que necesitas es detectar
tus ideas principales.
En todo
relato siempre hay unas ideas principales, íntimamente ligadas con el objetivo,
y unas ideas secundarias con la función de apoyar, justificar y enriquecer las
principales.
Te
propongo un ejercicio para seleccionar tus ideas: piensa cómo agrupar toda la
información reunida en bloques. Y para ello necesitas un ejercicio de mapa
mental.
Agrupa
tus ideas en tres, cuatro o cinco montones diferenciados. Piensa en la idea
principal y las secundarias a la hora de construir los grupos.
Siéntete
libre de trabajar descabelladamente con tus ideas durante este paso. ¡Es un
momento creativo! Así que cuanto más flexible seas, conseguirás resultados más
originales.
Intenta
no tirar por la vía fácil, esa que desemboca en chascarrillos, argumentos y
características que conoce todo el mundo y que a todo el mundo aburre. En
cambio, anota los resultados más interesantes (por útiles o por llamativos) y
sigue combinando las ideas un rato extra, incluso cuando creas que tienes en tu
mano las ganadoras.
5. Localiza las ideas principales
Piensa
en cuál es la idea principal de cada bloque, en cuál de esas ocurrencias
engloba o resume al resto.
Quizás
acabes con dos grupos, quizás tres, quizás muchos más. Marca la idea principal
de cada grupo y habrás encontrado los bloques relevantes para tu presentación.
Ahora
empecemos con las restricciones.
Hemos
finiquitado la fase de echar a volar la imaginación y comienza la de concretar:
independientemente de los bloques que obtuvieras, destaca solo un máximo de
cuatro.
Si
tienes más de cuatro bloques frena un instante y sigue analizando. Quizá
podrías juntar
algunos
grupos o quizá son poco esenciales y sería mejor eliminarlos.
Encomiéndate
a este esfuerzo porque tu audiencia no podrá asimilar y retener demasiada
información al transmitirla oralmente. Tu misión en este paso es asegurar que
caben tus ideas principales en la poca información que puedes brindar a tu
público. Por eso, la clave reside en que tus mensajes sean pocos y directos.
6. Estructura tu presentación
Para que
tu audiencia digiera tu discurso tendrás que encontrar un hilo argumental que
relacione las ideas principales entre sí. Si ellos encuentran el sentido
aquello que les estás presentando, tu mensaje será fácilmente comprendido,
retenido y recordado.
Piensa
que tu audiencia carece de mando a distancia con el que pausar, avanzar o
retroceder como cuando ve una película. Si se lo complicamos, perderá el hilo.
Y eso no te interesa, ¿verdad?
Recuerda
que tras tu presentación hay un objetivo a conseguir con tu audiencia. Una vez
definidos tus dos, tres o cuatro bloques principales, analiza qué relación
tienen entre ellos. Algunas relaciones clásicas son:
Situación/Problema/Solución/Acción es la Reina de
las Estructuras, es la estructura retorica usada en los discursos más
memorables de la historia (Abraham Lincoln en Gettysburg, J.F Kennedy en su
discurso inaugural, Martin Luther King en Yo tengo un sueño, etc.) un tipo de presentación infalible, pero si tu
tema da para otra estructura, ¡adelante!
Todo
cuanto sorprenda a la audiencia juega a tu favor.
7. Escribe la historia
Ya hemos
establecido una estructura. Ahora viene lo más trabajoso y, sin embargo, lo que
te creará más satisfacción.
¡Crea emociones!
Elaborarás una historia. Será el texto que te
acompañará en la presentación y captará la atención de tu público; tu
herramienta para conseguir tu objetivo.
Recréate
en la escritura de ese mensaje. Haz que esté íntimamente ligada a la solución de
la situación crítica que hemos creado y debemos resolver, y refuérzalo en la
conclusión.
Como la
intención es esa, es mala idea comenzar presentando un producto para luego continuar
explicando qué problemas soluciona.
Siempre
es más efectivo presentar los problemas primero y acabar hablando de la
solución presentando nuestro producto, por ejemplo.
¿Y
cuántas páginas tienes que escribir? Una referencia en la que confiar es
acercarse a las 100 palabras por minuto que dure tu presentación.
Trucos de
storytelling para tus presentaciones
Las
técnicas historias narrativas (o storytelling, que suena más de
moda) se introducen poco a poco en la disciplina de hablar en público. Antes
sólo los grandes oradores aprovechaban las posibilidades de una buena historia.
Ahora, las empresas gradualmente también quieren añadir sal a sus
presentaciones corporativas con esta herramienta.
Las compañías
se empapan de información y quieren storytelling, pero por desconocimiento aún
hay un velo de misticismo en este tema.
Para que
veas que no es tan complicado como se cree, aquí hay algunas orientaciones:
Consejos para usar
storytelling en tus presentaciones
- Da vida a tus personajes.
No digas que un cliente se enfadó. Haz que tu público se ponga en la piel
del cliente, interpreta su reacción y “dialoga” con él en escena. No
subestimes el poder de las representaciones, son maneras estupendas de
añadir dinamismo, crear impacto e incorporar toques de humor.
- Muestra tus vulnerabilidades.
¿Qué sería de Superman sin su kryptonita? Nos encantan los héroes
imperfectos y tarados, la oscuridad de Batman le hace creíble. Atrévete a
mostrar tus errores o fracasos del pasado, tus tropiezos. Te harás más
humano y, en consecuencia, más cercano.
- Cuenta tu historia, no sueltes tu rollo.
Un cuentacuentos sabe que lo importante no es llegar al final del cuento
sin saltarse un párrafo, sino entretener, conmover y divertir a los niños
que le escuchan. Y si eso implica improvisar o saltarse situaciones, lo va
a hacer. Tu historia queda en el aire si tu público no la recoge. Céntrate
en tu audiencia y se llevará tu relato a casa.
- Entabla una conversación.
Tu historia, como todas, tiene preguntas sin responder, intrigas que
tensan de pura atención, personajes con los que identificarse, decisiones
difíciles y opciones que esperan ser tomadas. Haz que tu público
participe: pregúntales directamente, aunque sepas que sólo responderán
mentalmente, empújales a imaginar esta o aquella situación. Implícalos en
tu narración.
- Ve
al grano. La atención de la audiencia es limitada, y
más en una presentación oral rodeada de estímulos. ¿Empezarás con una
introducción? ¿Comentarás el índice de la charla? Nada más previsible y
aburrido para tu audiencia. ¡Impáctales desde el minuto uno!
- ¡Sorprende! Se creativo y busca la forma de sorprender, una
sorpresa bien calculada hará que tu mensaje cale más hondo, eso sí, esa
sorpresa debe ser y/o parecer totalmente necesaria dentro del contenido
que abarcas, pues de notarse artificial e inútil, lograrás los efectos
contrarios.
- ¡Hazles reír¡ El humor potencia tus ideas sin importar lo serias que
estas sean, eso sí, no improvises, pues hasta en el humor la preparación
es imprescindible para que funcione!
- Se natural, no te
sobreactúes, se tú mismo, se humilde y eso te ayudará a conectar.
- Utiliza metáforas y preguntas,
eso hará que los mensajes calen mejor en tu audiencia, estimulará su
imaginación, y les generará emociones.
- Y,
por último, ¡vívelo! Tu presentación debe proyectar tu
entusiasmo. No es una comunicación y ya está. Esto va de exponerse, de
contagiar emociones y provocar acciones. Si caes en la costumbre de hacer
charlas en serie perderás carisma y motivación. Cada presentación debe ser
una experiencia memorable para tu público y única para ti.
Aprovecha
el poder del storytelling. Todos tenemos historias por contar. Encuentra la
tuya, la de tu empresa, la de tu proyecto y compártela. Te sorprenderá lo
increíble y fácil que es conectar con la gente, captar y mantener su atención y
permanecer en su memoria… Si cuentas tu historia.
Las
charlas TED suelen ser muy buenos ejemplos de storytelling
8. Añade una apertura y un cierre
La
apertura es tu tarjeta de presentación y tiene el objetivo de conectar a la
audiencia con el contenido de la presentación.
Algunas
cosas que evitar durante una apertura son:
• Las
auto-presentaciones (¡siempre es mejor ser presentado!).
• Los
agradecimientos.
• Los
mensajes de modestia (“me sorprende que haya tanta gente interesada en
escucharme”, “espero hacerlo bien”).
•
Enseñar las tripas de la presentación (“con el discurso de hoy pretendo…”, “montamos
esta presentación para…”, “intentaremos transmitirles…”).
• Y las
justificaciones (“me han dicho que tenía que hacerlo”, “me he preparado durante
muchos
meses el tema” …).
La
apertura deber ir al grano para conectar cuanto antes con el público, y cuanto
más cerca esté el arranque del saludo mejor.
En el
cierre los nervios son menos que al inicio, por eso se le otorga tanta
importancia. Sin embargo, es completamente determinante, ya que un mal cierre
puede arruinar la presentación.
El
cierre siempre debe contener la conclusión con la que pretendes que la
audiencia se marche. Si hubiera una ronda de preguntas, guárdate siempre la
conclusión de tu presentación para el final.
Cierra
con un “muchas gracias” o apóyate con la comunicación no verbal, pero nunca, nunca,
digas “ya he terminado” o similares.
9. Ajusta tu ritmo leyendo en voz alta
Aquello
de las 100 palabras por minuto es una orientación, una referencia. Pero solo
cuando leas tu presentación en voz alta podrás obtener una estimación
aproximada de cuánto durarás sobre el escenario.
Así
pues, cronómetro en mano y ¡a leer!
Eso sí,
no leas de cualquier manera. Lee en voz alta, como si tuvieras a tu audiencia
delante. Eso te permitirá saber de entrada si tu charla es demasiado larga o
corta.
Aunque
es un buen indicador de partida, tampoco te lo tomes exactamente al pie de la
letra. Durante la presentación no leerás nada (si acaso, el teleprompter a modo
de apuntador) y, por supuesto, tampoco debes aprenderte tu discurso de memoria.
Pero
este ejercicio te servirá para esclarecer si existen ideas o detalles sin
cabida porque se comen el tiempo o, por el contrario, si resulta que te falta
material y tu presentación se queda muy corta de duración.
10. Crea el contenido de tu Power-Point
Es
demasiado habitual que la audiencia tenga que elegir entre leer la pantalla y
escuchar al ponente. La mayoría de las personas son visuales y elegirán leer.
Entonces el ponente pasa a ser un elemento secundario y se convierte en la
banda sonora de aquello que el público está observando.
Si eso
ocurre, el ponente deja de controlar la presentación para convertirse en un
obstáculo que distrae a un público que trata de leer, tapando la pantalla o
pasando de diapositiva antes de tener tiempo de leerla.
Para
evitar esta situación, el PowerPoint debe usarse como apoyo visual para
conceptos clave que refuerzan el discurso sin quitarte protagonismo.
El
PowerPoint no debería ser, en ningún caso:
• El
guion de la presentación. Éste, debe estar en tu ficha de ponente.
• El
repositorio de datos. Podrían incluirse en la documentación.
• El
lugar para los esquemas complejos. Cuanto más complejo sea, más explicación
necesitará
y, al final, todo girará en torno a la pantalla.
11. Afina el diseño de las diapositivas
Si
podemos expresar nuestra idea con una foto, una palabra o un símbolo… ¿Para qué
añadir nada? El arquitecto Miles van der Rohe decía que “Menos es más”. Opta
por su lema a medida que construyas tu PowerPoint.
•
Restringe tus opciones: Escoge una o dos fuentes, un máximo de tres colores
básicos y utiliza siempre los mismos.
• Evita
los fondos y efectos que dificulten la lectura del texto. Las sombras y efectos
3D ensucian la diapositiva. Elimina lo prescindible.
• Usa
imágenes atractivas y de calidad, sin pixelar o deformadas, y evita los
cliparts y su aura de chapucería.
• Diseña
slides limpias e impactantes. Evita logos, títulos, subtítulos, márgenes,
líneas y cuanto cargue visualmente sin ofrecer nada nuevo.
• Anota
las buenas combinaciones de colores de diseño que veas en revistas, publicidad,
etc. Prioriza la legibilidad y la comodidad del ojo sobre tu diapositiva.
Pensar
en qué sentirá tu audiencia cuando vea tu presentación te ayudará a diseñar tus
slides.
Requisitos
de un buen PowerPoint
- Diseño: que sea agradable
y atractivo.
- Historia: que cuente la
misma historia del discurso.
- Coherencia: entre las
diapositivas y los demás elementos.
- Empatía: pensada para
verse desde el público.
- Emocional: utilizar
metáforas, imágenes de impacto que conecten con lo emocional.
- Significativo:
integrado totalmente con el discurso, que sea necesario.
En
cualquier caso, no conviertas nunca tu presentación en una lucha entre tú y tu
PowerPoint por captar la atención del público.
12. Trabaja tu voz leyendo en voz alta
Tu
mensaje es cada vez más redondo. Aun así, recuerda que la principal herramienta
para transmitirlo no es el PowerPoint, sino tú mismo.
Dedica
un tiempo a leer el discurso, recréate para descubrir cómo dotar al discurso
del ritmo que atrape a la audiencia, captando su atención y conduciéndola a la
venta, la motivación, la alarma o cualquiera que sea tu propósito.
Pon
atención a frases que te complican la vida. Si te atascan, quítalas. Busca las
mejores entonaciones y empieza a acomodarte con tu discurso.
Se trata
de que lo hagas tuyo y seas lo más natural posible. Recuerda que tu audiencia
está a cierta distancia. Habla un poco más lento, un poco más alto y un poco
más claro que en una conversación normal.
Las claves del uso de la voz en una presentación
Cuando
nos tenemos que enfrentar a una presentación acostumbramos a pasar mucho tiempo
preparando el contenido, pero se nos olvida que vamos a hablar en público y por
lo tanto nuestro principal instrumento, nuestra herramienta principal va a ser
la voz. Es necesario dar un uso de la voz adecuado y personal. Es por eso que
un mismo discurso leído por diferentes personas puede dar resultados
completamente distantes. Aquí os dejo algunas claves a controlar:
Un uso de la voz
adecuado al hablar en público
- VOCALIZACIÓN: Cuando hablamos,
no solo nos dedicamos a descifrar el mensaje con los oídos, también
nuestros ojos colaboran registrando los movimientos de la boca. Es por eso
que se dice que puedes presumir de hablar bien un idioma cuando lo haces
por teléfono, sin la ayuda extra de los ojos. No olvidemos que la
distancia con nuestros oyentes en una presentación es mucho mayor que en
una conversación habitual, por lo tanto, para que todo el mundo alcance a
ver nuestra boca, es conveniente exagerar algo la vocalización.
- VELOCIDAD: Regular la
velocidad nos ayuda a hacer el discurso más interesante y fluido. Cuando Caperucita
va tranquilamente por el bosque recogiendo florecillas, la relatamos
grácilmente, como pasando de puntillas. Sin embargo, cuando el lobo dice
“para comerte mejor” todos lo interpretamos hablando casi a cámara lenta.
Generalmente aumentamos la velocidad para las anécdotas y en cambio
utilizamos un ritmo muy lento para captar la atención ya que avecina algo
muy importante, casi trascendental. Así lo aprendimos de pequeños y así lo
entendemos también de adultos.
- ENTONACIÓN: En su trabajo
constante de procesar la ingente cantidad de estímulos que recibe, nuestro
cerebro prioriza aquellos que le pueden ser más útiles para reaccionar
ante situaciones de emergencia y, en cambio, desprecia el estímulo
constante porque no aporta nueva información. Así cuando entramos en un
nuevo lugar un olor puede captar nuestra atención, pero con el tiempo ni
lo notamos. Si no queremos que nuestra voz se convierta en un estímulo a
despreciar y que nuestro cerebro lo convierta en un sonido ambiente al que
ya no presta atención, es necesario jugar con la entonación y el volumen
convenientemente.
- PAUSAS: Todo el mundo
estará de acuerdo en que un buen menú se saborea mejor cuanto más tiempo
tienes para ello. Las pausas entre un plato y otro, incluso entre un bocado
y otro, nos dan tiempo para reconocer, analizar y disfrutar de los
diferentes sabores. Igualmente, nuestro discurso necesita de pausas para
que los oyentes puedan ir degustando, procesando y analizando la
información que les servimos. Así que debemos buscar los mejores momentos
para colocar nuestras pausas sin desvirtuar nuestro mensaje y conseguir
nuestro objetivo. ¡Utiliza los
silencios!
Atendiendo
a estas cualidades podemos dotar al discurso de un ritmo que atrape a
la audiencia, captando su atención y conduciéndola a la venta, la
motivación, la alarma o cualquiera que sea nuestro propósito.
13. Léesela a otros para mejorarla
Otro
ejercicio positivo será leérselo a otras personas para ver qué tal entienden
ellas lo que han oído.
Pueden
orientarte con tu comunicación y con la entonación que puede transformar por completo
el sentido de una frase, además de también es una forma estupenda de poner a
prueba tu mensaje.
Pregúntale
a tus interlocutores qué entendieron, qué es lo más importante, qué recuerdan más
o mejor y a qué conclusiones llegaron y qué conclusiones e impresiones grabaste
en ellos.
Esos
datos te brindarán muchísima información y te será útil para dar un giro de
timón si fuera necesario.
Recuerda
que, aunque estés practicando ante una audiencia de “mentira”, sus emociones y sensaciones
son reales. Asimismo, intenta escoger personas que coincidan con el perfil de
tu futuro público para que sus sensaciones sean lo más parecidas posible a las que
experimentarán aquellas personas a las que hables finalmente.
14. Crea tus fichas y ensaya con ellas
Ni se te
ocurra salir con el discurso tal cual esté escrito. No porque quieras demostrar
nada, sino porque tratar de ajustarse exactamente con las mismas palabras al
discurso te va a complicar la tarea y sonarás totalmente artificial. No te
interesa.
Solo
necesitas un guion resumido, algo que quepa en un formato máximo de Din-A5
(media hoja tamaño carta aprox.). Debe ser manejable y permitirte ver todo el
contenido en un vistazo rápido.
Prepáralo
unos días antes y utilízalo para ensayar, no lo estrenes el día de la
presentación.
Se
recomienda esto porque habrás adquirido memoria visual suficiente, sabiendo a
qué altura de tu hoja o tablet debes recurrir para cada uno de tus puntos, y
las sensaciones táctiles te ayudarán en el momento real, llevándote más cerca
de aquellos momentos del ensayo en tu casa o despacho donde te sentías a salvo.
15. Ensaya delante de un espejo
Cuando
comunicamos, lo hacemos a través de más que palabras. Nuestra voz, nuestros
gestos, nuestra mirada o nuestra manera de vestir, por poner algunos ejemplos,
también lanzan mensajes claros a nuestro interlocutor. Esos mensajes
silenciosos parten de nuestro subconsciente y pueden revelar nerviosismo, duda
o dejadez.
Hasta
ahora solo has puesto en práctica tu voz. Es hora de analizar el resto de tu
comunicación no verbal.
Ese
análisis solo podrás realizarlo viéndote reflejado en un espejo. Fíjate en tu
postura, en tus manos, en tus expresiones faciales. Analízate como si fueras
otra persona. ¿Cómo te ves? ¿Te ves convincente? ¿Te ves inseguro? ¿Te ves
ansioso? ¿Te ves soso?
Mira a los ojos y sonríe de vez en cuando,
cambia aquello que no te convence, un detalle cada vez. Repite con cada cambio
hasta que sientas que has encauzado tus gestos y coletillas físicas. Luego
repite tres o cuatro veces más y asegúrate de que tienes tus espaldas
cubiertas.
16. Añade las diapositivas a tu ensayo
Si te he
pedido que ensayes sin PowerPoint es para no condicionar tu presentación a ese
elemento auxiliar. Si trabajas siempre con las diapositivas tu cerebro se
acomodará y dejará que las pantallas marquen el ritmo.
¡Qué
poca convicción emana del ponente que solo habla tras cada pantalla en función
de
lo que
ésta muestra!... Y qué pereza da escucharlo, ¿no?
Si vas a
usar PowerPoint, su contenido debe estar en tu cabeza. Deberías ser capaz de
presentar
sin mirar una sola vez tus diapositivas.
Esa es
una de las razones por las que siempre recomiendo que tengas pocas diapositivas
y con
poco contenido.
Recuerda:
el PowerPoint no es tu guía; es parte de tu escenografía.
5
razones por las que leer las diapositivas te perjudica
He terminado los cursos de este ciclo. Ante mí
presentaron personas de todas las edades, niveles profesionales y sectores, y
la mayoría persiste en uno de los peores fallos que puedes cometer
cuando presentas: leer las diapositivas del PowerPoint.
Usar las diapositivas como guion para el
presentador en lugar de emplearlas como un apoyo visual
eficaz es una tendencia generalizada. Si te reconoces en esa
situación, toma nota y dime si no te pasa lo siguiente.
Estas son 5 maneras de salir
perdiendo en tu presentación cuando lees el PowerPoint:
1. Pierdes el contacto visual con la audiencia
Al leer el PowerPoint dejas de mirar a tu
audiencia, y mirar a los ojos a alguien es hacerle saber que tenemos el canal
de comunicación abierto. Si no miras a los ojos, no demuestras atención,
empatía, ni ganas de interactuar.
¿Cómo pretendes que tu mensaje llegue a quien le
expresas pocas ganas de comunicarte?
La mirada es esencial, y más cuanto menor es la audiencia. No renuncies a ese poder por leer
un PowerPoint.
2. Proyectas la voz hacia la pared
Si debes girarte a leer contra la pared porque tu
pantalla es la misma que la que leen los asistentes, consigues que la mayor
parte de la presentación se resuma a ti hablando con la pared. El resultado es
que no ayudas a que tu mensaje llegue con la máxima nitidez a
tu audiencia.
Hablar en público tiene sus propias barreras de
comunicación por la distancia a superar entre los interlocutores, no lo pongas
aún más difícil.
3. Te conviertes en un elemento de atrezzo en escena
Si tienes el vicio de leer tu PowerPoint, te habrás
percatado de que siempre te sitúas a un lado del escenario. Para que todo el
mundo vea bien tus diapositivas, te colocas en una esquina. ¿Y ubicándote a un
lado aún pretendes ser guía de ese grupo? ¿Quieres influir sobre unas personas
que te ven al margen, en un rincón?
Asume tu papel de protagonista, demuestra
tu liderazgo ocupando el centro de escena y dominando tú
el espacio.
4. Pierdes credibilidad
Cuando requieres de unas diapositivas (o de un
papel) para comunicar un mensaje tu credibilidad cae en picado. Cuando cuentas algo que dominas y crees realmente,
no necesitas leerlo. Por lo tanto, si lo lees, debe ser que no
te lo crees mucho o dudas sobre lo que dices. O, al menos, es lo que estás
transmitiendo a tus oyentes.
Si quieres dar valor a tu trabajo, demostrar tu
valía profesional, no te hagas prescindible. Cuanto
más contenido sale en el PowerPoint y menos sale de ti, más reemplazable eres.
5. Te lo pone más difícil
Aunque tengas la sensación de que almacenar todo el
contenido en la slides te ayuda, déjame sorprenderte: más te
ayudaría no tenerlas.
Cuando el contenido está en el PowerPoint, estás
atado a él. Debes decir las cosas en el mismo orden y con las mismas palabras
de las diapositivas. Ese encorsetamiento resalta cuándo te equivocas o te dejas
algo, y la presentación termina siendo un ejercicio de cazar gazapos del
presentador.
En cambio, si las diapositivas contienen lo mínimo
(unas palabras o iconos, una tabla) te explicarás como te salga en ese momento,
de forma natural. Así consigues un discurso fluido. Recuerda que cada clic te
obliga a estar pendiente de qué saldrá en pantalla para ir retransmitiéndolo.
Conseguirás mejor efecto si dejas que salga una
diapositiva ilustrativa y consigues contar tu historia.
Aunque aún hay más desventajas, se destacan estas
como las más críticas. ¡Y eso que no te he puesto en el supuesto de un fallo
técnico que te impida proyectar!
17. Grábate y analiza posibilidades de mejora
Ya
tienes tu texto, tu comunicación y tu PowerPoint. Ahora grábate. ¿Qué mejor ejercicio
de empatía con la audiencia que verte como espectador?
Eso sí,
este ejercicio va más allá de grabarte y regodearte en tu interpretación.
¡Márcate unos ítems para observar!:
•
¿Dominas tú el PowerPoint o a la inversa?
• ¿Tu
postura es erguida, relajada y segura?
• ¿Tus
movimientos son controlados y firmes?
• ¿La
expresión de tu cara refuerza tu mensaje?
• ¿Tus
manos se mueven por encima de la cintura con gestos de apoyo no repetitivos?
• ¿Utilizas la mirada y la sonrisa
adecuadamente?
Los peores
errores de lenguaje corporal en las presentaciones
El discurso de un ponente es la unión de varios
mensajes que se envían por diferentes canales: el texto, los visuales, la
imagen personal, la voz, el lenguaje corporal… Todos ellos envían información
en paralelo para que la audiencia los integre en un discurso completo.
Sin embargo, los estudios nos dicen, que no todas
esas informaciones se priorizan por igual a la hora de combinarlos. De modo que
unos tienen preponderancia sobre los otros y su carga semántica será más
atendida que la de los otros.
El lenguaje corporal es uno de los que más
influencia va a tener sobre la audiencia. Fíjate sino como en este vídeo, el
personaje que plagia el discurso de Obama -pensando que nadie se iba a dar
cuenta aun ofreciendo las mismas palabras transmite cosas completamente
diferentes a su propio modelo.
Un gran ejemplo de que el lenguaje corporal tiene
más peso que el texto en sí mismo al interpretar el discurso.
Sabiendo su importancia, miremos los cinco errores
de lenguaje corporal más comunes que debes evitar en una presentación:
1. Brazos colgando
Hay un tipo de estudiante que quieren transmitir un
mensaje de tranquilidad e inconscientemente generan una postura de pasividad.
Como nuestro foco de atención debe estar puesto en nuestra cara, los codos
siempre deben estar doblados, con las manos siempre por encima de la cintura,
ayudando a crear un marco visual que comprenda cara y torso donde concentremos
la atención.
2. Si no lo veo,
no existe
Una de las técnicas “antinervios” que utilizan
algunos ponentes es la del avestruz. Mirar a los ojos -o al menos que la
audiencia tenga esa sensación a pesar de que sea muy numerosa- es la mejor
manera de mantener la atención y hacerles sentir que el mensaje está dirigido a
ellos.
3. Estaticismo
Mantener una posición inmóvil a lo largo de la
presentación, por el agarrotamiento de los nervios, te hacen ver como un
maniquí. La naturalidad es la base de la credibilidad. Así que muévete sin
miedo por el escenario.
4. Bailecitos
Los pequeños pasitos adelante y atrás, o de un lado
a otro, son la demostración de descontrol sobre la propia postura. Toda una
presentación intentando compensar un desequilibrio de partida. Se convierte en
un gran distractor y además transmite dubitación sobre lo que se está
explicando.
5. Gestos
parásitos
Son esos gestos que no sabemos por qué hacemos
repetidamente. La mayoría de veces ni somos conscientes de hacerlos. Son
altamente distractores y no añaden nada al discurso. Hay que eliminarlos.
Estos suelen ser los más frecuentes. ¿Te
reconoces en alguno de ellos? Empieza a trabajar para que tu cuerpo refuerce
tus palabras y no al contrario.
18. Decide qué medios técnicos usarás y se precavido con la
información
Haz una
previsión de qué medios necesitarás. No cuentes con que la organización sepa
qué usarás porque a menudo será precisamente al contrario y tendrás que
conformarte con lo que tengan.
Eso sí,
si tú decides lo que necesitas y lo pides con antelación es más fácil que te lo
consigan.
No
esperes al día de la presentación para pedir un cable para conectar tu iPad
porque probablemente te quedes sin cable, sin iPad y sin posibilidades de
proyectar tu estupenda presentación audiovisual.
Guarda
tus diapositivas en diferentes formatos y sitios. Lleva
tus diapositivas en diferentes formatos. Abiertos como los de Open Office,
cerrados como los *.pps de Office, en HTML5, en
PDF… Además, no solo lleves tu presentación en USB, sino que también alójala en
una nube que uses.
¡La
previsión te ahorrará más de un gran disgusto!
19. Visita la sala para ver lo que te vas a encontrar y haz una
prueba con los medios técnicos que usarás
Visitar
el espacio con anterioridad ayuda a reducir el estrés propio de la presentación
y a organizar el espacio.
La
disposición de la audiencia puede cambiar mucho la dinámica de la sesión. Si se
prevé un debate dentro de la presentación, por ejemplo, las sillas en fila
dificultarán que se genere. Sin embargo, una disposición en semicírculo
ayudará.
Por otro
lado, revisa el mobiliario con el que contarán los participantes: sillas de
brazo, butacas, pupitres, etc. Así sabrás si tendrán posibilidad de tomar notas
y si estarán más o menos cómodos. Eso también puede ayudarte a estimar el
tiempo que pueden estar ante nosotros sin impacientarse.
También
es importante conocer si el lugar cuenta con tarima o no, si hay atril o mesa,
cuánto espacio existe para moverse. Toda esta información es vital para prever
la comunicación no verbal más adecuada.
Además,
es una ventaja conocer la acústica o el tamaño de la sala, y te indicarán
cuánto deberás elevar la voz o si serán necesarios equipos de audio.
Piensa
en la disposición de la sala ideal. Recuerda qué OBJETIVO te marcaste al
principio como tu brújula para tomar todas de las decisiones.
Los
elementos técnicos permiten mejorar la profesionalidad de la ponencia. Sin
embargo, pueden acabar convirtiéndose en una desventaja, pues cuantos más
elementos introduces, más posibilidades de error entran en juego y hay que
valorar.
Si
tienes la oportunidad, es recomendable supervisar personalmente todos los
elementos técnicos. Y no sólo ahora. El día de la presentación ve con tiempo
suficiente al lugar del evento antes de que tu público comience a llegar.
Repite cuanto puedas los siguientes pasos:
• Prueba
los micrófonos previamente si los hay. Mejor que sean de corbata que de mano;
las manos ocupadas restan naturalidad gestual.
• Prueba
el ordenador que usarás, el mando para pasar las diapositivas, comprueba cómo
funciona el proyector y qué iluminación necesitarás para evitar reflejos en la
pantalla.
• Mira
cómo regular la temperatura. Necesitas que eso también juegue a tu favor. Si
hace demasiado calor la gente se adormece y si hace frío la gente estará deseando
salir. Una temperatura inadecuada puede hacerte perder toda la atención del
público.
Por mi
experiencia te diría que las cosas de la técnica son las que suelen jugar las
peores pasadas. Intenta probar todo con anterioridad y tener, en el momento de
la verdad, la manera de contactar con el responsable de estos temas para
solventar cualquier posible fallo lo antes posible.
20. Define tu aspecto como ponente
La
primera impresión en una presentación es especialmente importantísima. El
tiempo entre el contacto visual con el público hasta que interactúas con él
suele ser largo.
Durante
ese rato, el público piensa una y otra vez sobre cómo va a ser la presentación
en función de la imagen del ponente.
Por lo
general, se busca la neutralidad para que nada sea más protagonista que el
propio mensaje.
Haz una
lista y destaca de tu armario qué ropa te pondrás. Piensa qué aspecto te
favorece, qué peinado usarás, qué maquillaje aplicarás, la clase de accesorios
que encajarán o si usarás o no reloj, por ejemplo.
Cuantos
más detalles anotes ahora menos cosas de las que despistarte después.
21. ¡Descansa y prepárate para una presentación de éxito!
Si has
llegado hasta aquí haciendo todas las tareas, no tienes nada que temer. Tu
presentación saldrá genial.
Ahora
concéntrate en descansar y estar fresco. Olvídate de realizar tareas
estresantes y dale un respiro a tu cerebro. Elige una película ligera, una
novela que no te enganchará, da un paseo largo y tranquilo o cualquier cosa que
sea placentera para ti.
Ni se te
ocurra quedarte repasando las notas hasta las tantas. Quizá eso te funcionara
en los exámenes, pero te garantizo que en las presentaciones no funciona:
tienes que estar 100% despierto, fresco y rápido en cada minuto.
Cena
ligera para no pasar una mala noche e intenta dormir las horas que el cuerpo te
pide.
¡Buenas
noches y relájate, que mañana te espera un triunfo!
“El
éxito no se logra sólo con cualidades especiales. Es sobre todo un trabajo de
constancia, de método y de organización.”
J.P. Sergent
Check-List
Ve a por todas
"El
éxito consiste en vencer el temor al fracaso."
Charles Augustin Sainte-Beuve
Probablemente,
si has llegado con interés hasta este punto, es que eres lo suficientemente
responsable con tus proyectos. De hecho, muy posiblemente, con tu posición
profesional o tu experiencia personal hayas desarrollado ciertas habilidades y
trucos que evitan que tus presentaciones sean catastróficas.
Pero,
aun así, quieres hacerlo mejor. ¿Adivino si te digo que echas de menos la
conexión con el público? Es lo que le pasa a la mayoría que presenta
aceptablemente.
¿Por qué
muchas personas, pasan el trámite, pero no consiguen presentaciones brillantes?
Porque no arriesgan. Se encorsetan en sus formatos habituales, hacen lo que ven
que el de al lado ha hecho y ofrecen presentaciones en serie, las del montón.
Es
imposible que una presentación del montón cautive al público. ¡Innova!
Cuando
la audiencia está harta de ver el típico PowerPoint, con la típica estructura y
la típica retahíla de convencionalismos, tiene que luchar internamente por
prestar atención porque su cerebro le dice: “esto no es importante, no me
parece nada nuevo, ya sabemos lo que es, podemos prescindir de esto”.
Pero
romper con lo habitual, con lo que todo el mundo hace, requiere un riesgo. Como
con todo en la vida. ¿Pero ese riesgo es tan grande?
Seamos
racionales, analicemos las posibles consecuencias de tu atrevimiento y nos
daremos cuenta de que no pueden ser tan graves. Al contrario, las ventajas
suelen ser mayores que los riesgos porque la audiencia está deseando que
alguien piense en ellos, que se lo hagan pasar bien, que lo ilusionen…
Recuerda
que se trata de ellos. Si el público
percibe que nos hemos esforzado en crear una presentación pensando en lo que
ellos necesitan en vez de en lo que el ponente le parece cómodo, lo va a
agradecer y va a ser muchísimo más benévolo de lo que lo sería en una
presentación del montón.
Así que depende
de ti: ¿no quieres hacer un esfuerzo por dejar de estar en las del montón y
pasar al de las brillantes?
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